jueves, 22 de diciembre de 2011

Maldita incertidumbre

Algo falla.
Lo sabes. Algo va a pasar.
Estudias las posibilidades, el terreno, como vas a responder, que puede pasar, salidas, entradas, todo.
Y luego no ocurre nada.
Cuando debería haber pasado todo, no ocurre nada.
No hay nada.
Y te quedas quieto, esperando, sin saber muy bien como actuar.
A lo que te quieres dar cuenta estás sentado, esperando a que todo lo que esperabas que iba a ocurrir realmente ocurra, aunque en el fondo no lo quieres.
No quieres esa situación, pero la esperas.

El único consuelo es que cuando ocurra sabrás lo que hacer y lo que decir, y lo peor de todo, que no lo harás.
Porque cuando llegue, cuando todo aquello que no querías que pasara finalmente ocurre, no estabas tan preparado como pensabas.

Todo lo que ibas a hacer.
Todo lo que ibas a decir.
Cómo ibas a actuar.
Nada.
Acaba ocurriendo al revés.

Y luego el final. Situación que no querías que llegase, pero que de alguna forma sabías que iba a acabar pasando.
Y entre tanto acabas llegando a la conclusión de que no eres capaz de controlar nada.
No hay decisiones que tomar.
Sólo hay que saber llevar la espera.

Joven Anarquista, esperando un final que no quiere.

martes, 20 de diciembre de 2011

Dos problemas, dos soluciones

Cuando un problema no tiene solución deja de ser un problema por misma definición.
Un problema nuevo, no tan nuevo, y un problema viejo, no tan viejo.

El nuevo está siempre, ahí, recordándome que está. Es como golpear constantemente un muro de hormigón que, lejos de ceder, te gana terreno.
Persiste, recordándote constantemente que no vas a poder pasar. Pero lo intento.
En alguna parte de aquella pared tiene que haber un pequeño hueco, una fractura, una ventana, una gatera, un portón de iglesia, pero no se donde está.
La solución puede estar en intentar rodear el muro, o en intentar derribarlo con algo más fuerte, pero dudo que encuentre dinamita para tirarlo abajo.

El viejo está ahí sólo a veces. Recordándome que una vez me equivoqué.
Es como si me dieran un golpe en el momento que menos me lo espero.
Aparece, viene, me da, y se va. Aquí la única solución posible es aguantar, hasta que sea lo que sea lo que me está dando, se cansé.

Existen muchas formas de ver todo esto. Quizás lo mejor que pueda hacer es dejar de verlos como problemas, porque un problema lleva de la mano una solución, y a ninguno se la veo.
Quizás lo mejor que pueda hacer es rendirme...
He perdido fuerza, he perdido las ganas de seguir ahí. El muro no se va a mover, y voy a seguir recibiendo algún que otro golpe de vez en cuando. Haga lo que haga.
No encuentro salida. Es muy agobiante.

Joven Anarquista, al borde del colapso.

domingo, 29 de agosto de 2010

Una bala, un disparo, una oportunidad.

Hay decisiones y decisiones.
Decisiones que buscamos rehuir, que pueden cambiar nuestra vida o que acaban siendo una triste anécdota.
Busca opiniones, piensa, meditalo.

Cada segundo que tardas en actuar, el resultado final es diferente, y lo sabes.
Dudas, piensas, meditas, sopesas las opciones, lo calculas todo al milimetro, sabiendo que el tiempo corre en tu contra.
Y te agobia. Te rompes. Te mata la presión.
Porque sabes que esa misma decisión es importante.
Y sabes que por mucho que pienses, al final todo se decidirá al final. En un último segundo.

Y cuando metes la bala en el tambor del revolver, entiendes que no hay vuelta atras.
Echas para atras el martillo. Apuntas.
Piensas. Apretas el gatillo. Y disparas.

La aguja golpea el punto crítico.
La polvora libera una energía, energía que se canaliza en una dirección gracias al cañón.
Cañón que hemos apuntado hacia la dirección que queremos.
Dirección que no tiene que ser la correcta.

Además de la dirección, hay que pensar en el momento. No puedes actuar a la ligera.
Debes calcular el instante preciso en el que accionar el gatillo.

Y luego la verificación del impacto.

Y después de todo eso, piensas que tomar esa decisión era lo de menos.
Calcularlo todo, e incluso decidirse a disparar, se resumen en unas décimas de segundo.

Y despues de disparar,...esperas. Esperas que hayas acertado en el sitio y el momento preciso.

Esperas que esa decisión haya sido la correcta, y que no acabe todo siendo una triste anécdota que
contar a tus amigos mientras echas una partida de mus después de comer.

Esperas que todo salga bien.

Y eso no depende de ti.

Joven anarquista, esperando no encontrar un revolver cargado, no vaya a ser que dispare.

lunes, 29 de marzo de 2010

Normas.

Normas.
Las cumplimos ciegamente. Normas.
Regulan nuestra conducta. Nos movemos según ellas.
Las normas están echas para que una mayoría se encuentre bien en una
sociedad en la que además existen minorías.
Minorías que están perjudicadas.

Normas.
Las normas se rompen. Sólo se rompen cuando las minorías crecen.
Y cuando una minoría crece se convierte en una mayoría.
Normas.
Las cumplimos ciegamente.
No te salgas del rail, si no el tren descarrila.
No nos ponemos a pensar a quién beneficia estas normas. al que las dicta,
o al que las acata.

Normas.
Cuando no se cumplen esas normas pasas a ser la parte perjudicada.
Y si no te gusta, te vas de aquí.
Las normas se crearon para favorecer la convivencia entre un grupo
de personas. Mas grande o mas pequeño. Pero siempre se cumple.
De igual forma se cumple que en un grupo de personas, por pequeño que sea,
siempre habrá alguién al que le beneficie más que al resto, y siempre habrá
alguién al que perjudique.

Normas.
Nos ponen a unos en contra de otros.
Entonces salta el conflicto, y esas normas que se crearon para que no hubiera tensiones
de ningún tipo entre las personas que las cumplen, sirven para todo lo contrario.

Normas.
Las mayorías las cumplen ciegamente.
Las minorías las rompen.

Las normas estan destinadas a enfrentar la sociedad clasista en la que vivimos.
El anarquista esta destinado a romper las normas, y por tanto, la sociedad actual.

Joven anarquista, de camino a una gran ciudad regida por grandes normas que esperan ser rotas.

lunes, 8 de marzo de 2010

Golpes de Sueño

Pesadillas.
Una semana de pesadillas.
Miedos que nuestro subconsciente nos refleja en algo tan íntimo como nuestros sueños.
Una semana de pesadillas. Una semana de un millón de malos despertares.

Y que se siente al despertarse de una pesadilla.
Miedo.
No sabes donde estás. No sabes quién eres. Te encuentras mal. Pero finalmente, te encuentras.
Y te acabas volviendo a dormir.

La falta de sueño genera un exceso de agresividad. Esa agresividad tiene que salir.
Ira.
Miedo en dirección inversa.
Y entonces es cuando pasas un mal día de verdad. Todo te sale mal. Miedo. Ira.
Todo acaba confluyendo en lo mismo.
Miedo. Ira. Sufrimiento.
Todo sale mal. No puedes remediarlo.
Y entonces te das cuenta de que todo se resume en una sola palabra.
Sueños.
La falta de sueño nos trastoca. El exceso de sueño, en forma de pesadillas, nos trastoca.

Todo forma el mismo ciclo que se repite. Hasta que sales de él.
Finalmente sales.

El día que duermes.
Se acabó el miedo.
Se acabó la ira.
Se acabó el sufrimiento.

Sólo Sueño.

Joven anarquista, esperando un mal día al despertar.

sábado, 27 de febrero de 2010

Sentimientos de Estrella

2 de la mañana y por primera vez en mi vida me doy cuenta de que he echado de menos ver las estrellas.
Es curiosa la sensación de ver que hay millones de cosas mucho mayores que tú, pero que las ves muy pequeñas.

Al moverme por la gran urbe he dejado de verlas y realmente las he echado de menos.

Llevaba tiempo sin verlas. Sin la sensación de ser muy pequeño. Sin la sensación de ser muy grande. Mañana a estas mismas horas volveré al mundo real, sin estrellas.
Mañana volveré a echarlas de menos.
El mundo está lleno de problemas. Hambre. Sida. Desastres naturales. Guerras. Muerte. Dictaduras. Más muerte. Menos vida.

Y lo que esta semana me ha hecho reflexionar ha sido ver dos estrellas en una noche nublada.

El mundo de los sentimientos se muere lentamente.
El mundo de un Anarquista está condenado a vivir eternamente.

Hasta la próxima.

Joven Anarquista en otra noche de insomnio.


lunes, 22 de febrero de 2010

El Principio del Fin

Todos somos iguales.

Nada nos diferencia unos de otros. Hábitos, costumbres, modos y maneras de hacer y actuar. Pequeños detalles, insignificantes, imperceptibles al ojo humano.

Todos iguales.

Nacemos de la misma forma, desnudos, sucios, llorando.

Vivimos de la misma manera, atados a unos estudios, a un trabajo, a nuestra pareja. Y al final morimos. El ciclo de la vida, el milagro de la muerte.

Y que difícil es afrontar el final de algo.

La muerte es una de las pocas cosas de las que podemos estar seguros. Asegurar la muerte. No nos equivocamos.

El resto de aciertos, suerte. Milagros.

Y es que hemos dejado de ser personas, de sentir, de pensar, de actuar como tales. Actuamos como animales de costumbres.

Estudia. Encuentra un buen trabajo. Encuentra una buena chica. Forma una familia. No protestes. Cállate. Cobra tu sueldo. Cállate. Sigue sin protestar. Y muere.

No nos dan la opción alternativa a esta vida. La vida del consumidor. La vida de un autómata.

Vive, crece, reprodúcete y muere. No. Hemos dejado de pensar y de sentir. Solo se nos permite consumir, vivir para el consumo.

El mundo consumista está condenado a morir.

El Anarquista esta condenado a vivir eternamente.

Hasta la próxima.

Joven Anarquista en una noche de insomnio